Ayer me levanté como de costumbre, con un beso suyo y casi cuando está saliendo por la puerta. Intento madrugar todos los días, la oigo desayunar y ducharse entre sueños y justo cuando está a punto de irse a trabajar me levanto arrastrando los párpados y los pies, la abrazo y le deseo una buena mañana.
Desayuno casi siempre lo mismo: un café con leche y un bollito de leche con mantequilla y mermelada. Los días que desayuno con ella añadimos un zumo de naranja y a veces cambiamos bollito por tostada andaluza. Le echo un vistazo a los periódicos, veo Los desayunos de TVE y cojo fuerzas.
Ayer llovía, con lo que mi salida a correr o en bici se frustró. Ahora estoy emocionada por dos motivos: uno, que ya soy capaz de correr 7 km. Otro, que me he comprado un cuentakilómetros para la bici y me parece la cosa más emocionante del mundo. Así estamos, como las maracas de Machín. Así pues, y como no tenía que preparar las clases particulares de mis niños, la mañana consistió en hacer unas albóndigas y en esperar a que llegara la hora de subir al INEM para nuevo papeleo.
Lo llevo bien, o lo intento llevar bien. Debe ser porque pasas por distintas fases. La primera la de "uy, tengo muchos meses de paro, no me voy a desesperar, algo saldrá". La segunda, la de ver acercarse el final de la ayuda y empezar a agobiarte y asfixiarte. La tercera, la de resignación, la de buscar consuelo pensando que la situación está muy pero que muy mal, pero que no puedes quejarte, que encima el sistema y esta gentuza te han convencido de que eres una privilegiada, y aunque te duela admitirlo, sabes que en el fondo y en la superficie lo eres. Y lo piensas, sobre todo, cuando de regreso a casa vas montada en tu bici, te paras y miras a tu alrededor, a tu barrio, a lo bonito que está todo gracias a la lluvia que no cesa desde hace un mes. Y piensas en la suerte que tienes, a pesar de todos ellos,de todos los que se han empeñado en jodernos, en exprimirnos y en engañarnos. De todos los que nos quitan de los servicios básicos para dárselo a los bancos. De locos.
Ayer fue un día cualquiera, como tantos otros. Hoy ha salido el sol, y todo está más bonito aún si cabe. Imposible no sentirme una privilegiada.
PD: el día acabó disfrutando en el cine de LAS NIEVES DEL KILIMANJARO, de Robert Guediguian (o como se escriba). Una fábula social que os recomiendo.
Con esa fuerza de voluntad, saldrás adelante seguro.
ResponderEliminarSales adelante fijo, eso digo yo!
ResponderEliminarel mismo pensamiento. la misma actitud
ResponderEliminarclaro que sales!!!
ResponderEliminarQué sitio más envidiable ese de la foto. Eres una privilegiada :)
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