Tenía la película que ví ayer todos los ingredientes para hacerme pasar un mal rato, casi todos mis miedos concentrados en dos horas de metraje: la vejez y el inevitable deterioro que nos trae el paso del tiempo. Y sí, ciertamente pasé ese mal rato, pero a ratos la tristeza y el desasosiego eran anulados por las enormes dosis de ternura que acompañan prácticamente todas las escenas de esta grandísima película: AMOUR de Michael Haneke.
Es practicamente imposible no meterse de lleno en una película que aborda situaciones tan familiares y reconocidas por casi todos, además de hacer uso de un tempo más que sosegado que, en lugar de provocar impaciencia y aburrimiento, lo que consigue es hacernos partícipes de esa realidad tan bien representada.
Es tan real que duele, duele tanto que entristece y es tan triste como cruda y tan cruda como tierna. Muy tierna. Me atrevo a decir que es la película más tierna que recuerdo en mucho, muchísimo tiempo. Y la grandeza de la película, en mi opinión, radica precisamente ahí, en conseguir que después de esas dos horas de intensa emoción lo que me lleve a casa sea el grandísimo amor que estos dos maravillosos personajes se profesan.
Recomendadísima.
De la próxima semana no pasa. Tengo ganas de verla y sentir esa misma crudeza y ternura.
ResponderEliminar:-)
Buffff...
ResponderEliminarApetece mucho pero no sé si estamos para ello... Mejor intentar transformar agua en vino, como el milagro..
ResponderEliminarBesico y alegría por tu disfrute
Haneke vuelve a cambiar de registro. Con 'Amour' vuelca su mirada a la vejez y el derecho de morir en paz. Los actores, fantásticos. Un saludo!
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