lunes, 26 de marzo de 2012

más cine

Tengo una amiga que huye, rechaza y evita cualquier película que le haga sufrir y pasar un mal rato. Le digo muchas veces que es una pena, porque se pierde grandes historias como las que hemos disfrutado este finde.



A estas alturas es difícil que alguien no haya oído hablar del cómic en el que está basado la película, o de la película en sí misma. Como ocurre muchas veces, lo que tiene mayor calidad pasa a veces de puntillas por nuestras vidas y por las salas comerciales. Pero gracias a FILMIN, la noche del sábado y por el módico precio de 2'95 y 72 horas para verla y compartirla incluso, pudimos ver por fin ARRUGAS.

A mi, el paso del tiempo como que me asfixia, agobia y atormenta muchas veces. No llevo demasiado bien el paso de los años ni en mí ni en los que me rodean. Sobre todo lo pienso cada vez que regreso a mi pueblo y noto la ausencia o el deterioro de muchos que me han acompañado en mis 35 años de vida. Me ocurre cuando veo las ancianas manos de mi padre, o veo como en mi vecina Anita, que es como de la familia, el alzheimer va haciendo de las suyas.

ARRUGAS mete el dedo en la llaga, te toca en lo más hondo y te hace reflexionar acerca de lo fácil que es a veces ser jóven y lo ingrato que es muchas otras ser mayor. Triste película, sí, y que por supuesto no se me ocurrirá recomendar a mi amiga, pero preciosa y tierna a rabiar...




La segunda película está recién estrenada.
REDENCIÓN (TYRANNOSAUR en el título original, y nunca mejor dicho lo de original, no puedo desvelar más) es una película dura, violenta y cruda casi en sus 90 minutos de metraje. Y digo "casi" porque si no debería haber empezado diciendo que es un dramón. Y no lo es. Es una historia tremenda e incómoda a ratos, con un Peter Mullan extraordinario y una desconocida para mí Olivia Colman que nos dejó totalmente alucinadas, y que aportan a la película la credibilidad necesaria para convertirla en un producto destinado a que el público suelte la lágrima sin más. A mí me llevó al límite, allí donde justificas ciertos comportamientos y lo reconoces sin pudor. Y una vez más salí del cine diciendo ME ENCANTA EL CINE. Aunque me haga sufrir.

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