Aunque ha habido varios post en los que he dejado caer con cuenta gotas cómo fue aquella primera cita con la mujerdemivida, creo que ésta es la primera vez que me animo a escribirlo de una forma más detallada. No sé si como ejercicio literario o porque de algún modo, y aunque lo tenga grabado a fuego en mi mente y más aún en mi corazón, me apetece verlo escrito. Y si algún día muy lejano, el futuro me deja sin memoria, siempre tendré estas palabras donde acudir. Así que ésta es la maravillosa y cierta historia de aquella primera cita:
Éramos viejas conocidas desde hacía unos años. Veamos, unas "viejas conocidas" muy sui generis, porque apenas estuvimos juntas un rato que, cierto es, debió calar muy hondo en cada una de nosotras. Pasados unos años sin vernos pero sabiendo noticias la una de la otra, nos reencontramos, y durante aquellos meses nos reímos, charlamos, nos redescubrimos y...sí, nos enamoramos. Fue casi sin querer pero con todas las ganas del mundo. Aquel colapso, como nos gusta llamarlo, fue inevitable y se dejó sentir con más fuerza aquella noche en la que, cuando todo el mundo se había ido a casa, nosotras quisimos alargar la madrugada y los besos.
Pasaron casi dos meses desde aquellos primeros besos, fueron días de idas y venidas, de quieros y no puedos, de luchas internas, de horas de teléfono, de música compartida y clandestina... Pero ¿para qué evitar lo inevitable? Tarde o temprano tenía que llegar aquella cita que deseábamos aún a sabiendas de que podría ser un salto al vacío sin retorno. Y llegó.
Aquella mañana de sábado me fuí a trabajar al cine como cada sábado. Desde primera hora de la mañana se había instalado un nervio así de gordo en mi estómago(no he encontrado una imagen de nervio estomacal en google, así que imaginároslo) que me impedía comer, pensar o hablar. Y a las 19:30 ahí estabas tú, esperando con tu abrigo verde a juego con tus ojos, tan conocida y tan desconocida a la vez.
La razón de escoger un hotel para aquella primera cita tuvo su origen en que, además de que mi hermano vivía conmigo, necesitábamos un lugar nuevo, neutro y sin recuerdos. No queríamos cenar, no queríamos ir al cine, ni hablar, ni tomar una copa, ni oir gente, ni ruidos, ni teléfonos, ni música... Yo sólo la quería a ella y ella sólo me quería a mí. Y que no existiera nada ni nadie, ni el tiempo, ni los límites, ni nuestras parejas ni nuestras vidas...
La anécdota de la cita la puso precisamente el momento del registro en el hotel. Mientras yo compraba un botellín de agua en el bar, lamujerdemivida olvidaba mis apellidos. Así que de repente, oí la ya mítica frase "Bekiddo, oye, ¿cuáles son tus apellidos?" inundando el hall del hotel. No es que yo sea demasiado cortada, pero sinceramente, con los nervios del momento no hacía falta añadir nada más. No quise ni mirar a la recepcionista pero me la imagino elucubrando, y todavía me da la risa si lo pienso.
Y después ya sabéis,desaparecimos entre los besos, las sábanas y los te quieros. Conseguimos parar el tiempo, qué digo el tiempo, conseguimos para el mundo. No necesitamos ni abrir el minibar, nos alimentamos de abrazos y sexo y nos bebimos los besos. Y en algún momento deseamos con fuerza que aquel día el sol no saliera, y que la noche nos escondiera. Pero la magia desapareció y el día convirtió nuestro rincón en una calabaza y a nosotras nos devolvió a nuestras vidas, aunque sólo fuera por unos días. Recuerdo nítido y agudo el dolor al separarnos. Aunque en el fondo, las dos sabíamos que aquello no era una despedida, y que aunque había sido LA GRAN NOCHE, no iba a ser más que la primera de muchas otras. Simplemente fue la que desencadenaría la tormenta... perfecta.
Aquella primera cita, aquel 29 de noviembre...
PD: ¿celebramos nuestro 4º aniversario en Berlín?