martes, 28 de enero de 2014

Lisboa reloaded (o volviendo a Lisboa para despedir el año)

Hay quien cree que si un viaje a un determinado lugar fue mágico y ese pueblo, esa ciudad, ese país o ese paisaje te atrapó, regresar no es buena idea.
Hay quien cree, como yo, que hay lugares que se ganan su sitio en tu agenda de destinos, y que si te enamoró una vez, por qué no comprobar si el idilio perdura.

Y sí, con Lisboa, y en mi caso, la historia de amor continúa.  Y al contrario que esas viejas parejas que, por conocidas, dejan de descubrirse y reencontrarse, nuestra historia de amor crece y mejora.  Y, lo que es mejor, todavía tenemos mucho que contarnos.  Parece una metáfora.  Quizá lo sea.

Lisboa hay que sentirla, y respirarla.  Hay que dejarla que te lleve y te guíe por sus rincones desconchados, por sus paredes de azulejos y por sus artísticos graffittis.


Éste en concreto está en el barrio de Mouraira, un barrio pegadito a la Alfama y desconocido para muchos.  Perderse lloviendo por sus calles, entrar en un pequeño bar para secarnos y disfrutar de un buen café, como es habitual en cualquier lugar de Portugal, y después encontrarse con este callejón es sinónimo de DISFRUTAR.

O este otro, la magnífica colaboración de OS GEMEOS y BLU, dos de los grandes artistas del mural del mundo.  De verdad que impresiona.


La grandeza de Lisboa reside en combinar a la perfección lo viejo y lo nuevo. Me parece admirable y envidiable ese respeto hacia el pequeño comercio de siempre. Lo que por unos sería visto como algo rancio y obsoleto, a mí me parece que es precisamente una de las características lisboetas que te atrapa y te hace sentir que es un viaje a las emociones.  Aquí la pose y el postureo no tienen lugar.

SOL E PESCA, en la zona de Cais Do Sodre, es uno de esos sitios que no debes perderte.  Antigua tienda de equipamiento de pesca, ahora reconvertida en un pequeño paraíso de colores que emerge de las numerosas latas de conservas que adornan sus vitrinas.  Sentarse en sus minúsculas mesas con un par de birras y una combinación del tipo "anchoas sobre láminas de manzana y jugo de cítricos", o simplemente elegir una lata al azar, creédme, es un auténtico placer.


Lisboa es cálida y amable.  Lisboa es empinada, y estrecha.  Lisboa son tranvías y callejas.  Lisboa es fado.  FADO VADIO, o del pueblo, como dicen ellos.  Lisboa se escucha, y si Lisboa decide regalarte unas notas de fado mientras paseas de noche por las oscuras calles de la Alfama, lo mejor es dejarse llevar, y entrar en ese pequeñísimo restaurante regentado por una familia, en el que canta el dueño, las cocineras y aquellos vecinos que, quizá no llenen teatros ni auditorios, pero que sin dudad darán lo mejor de sí mismos.



Lisboa acoge, abraza, resiste, respeta y sorprende.
Lisboa son mil, dos mil, incluso tres mil cosas más... 
Y ahora sí que ya es tuya y también mía.

5 comentarios:

  1. Que descripción tan hermosa de Lisboa. Transmites muy bien el sentimiento, enhorabuena.
    Raquel

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  2. Pienso lo mismo: que hay países y/o ciudades a los que hay que volver y Lisboa es una de ellas. En general me gusta mucho Portugal y he ido varias veces. Oporto es una maravilla de ciudad también y sin embargo no volvería a Sintra....
    Y ya puestos, una ciudad a la que será raro que vuelva es París. Uffff, estuve viviendo allí de recién casado (ergo hace siglos) y luego volví una SS. Ambas experiencias demoledoras. Aunque la ciudad es bonita, lo tengo que reconocer.

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  3. A mi me gusto mucho para ir en plan romántico, ojala pudiera hacerlo.

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