miércoles, 9 de mayo de 2012

un día cualquiera

Ayer me levanté como de costumbre, con un beso suyo y casi cuando está saliendo por la puerta.  Intento madrugar todos los días, la oigo desayunar y ducharse entre sueños y justo cuando está a punto de irse a trabajar me levanto arrastrando los párpados y los pies, la abrazo y le deseo una buena mañana.

Desayuno casi siempre lo mismo: un café con leche y un bollito de leche con mantequilla y mermelada.  Los días que desayuno con ella añadimos un zumo de naranja y a veces cambiamos bollito por tostada andaluza.  Le echo un vistazo a los periódicos, veo Los desayunos de TVE y cojo fuerzas.

Ayer llovía, con lo que mi salida a correr o en bici se frustró.  Ahora estoy emocionada por dos motivos: uno, que ya soy capaz de correr 7 km.  Otro, que me he comprado un cuentakilómetros para la bici y me parece la cosa más emocionante del mundo.  Así estamos, como las maracas de Machín.   Así pues, y como no tenía que preparar las clases particulares de mis niños, la mañana consistió en hacer unas albóndigas y en esperar a que llegara la hora de subir al INEM para nuevo papeleo.

Lo llevo bien, o lo intento llevar bien.  Debe ser porque pasas por distintas fases.  La primera la de "uy, tengo muchos meses de paro, no me voy a desesperar, algo saldrá".  La segunda, la de ver acercarse el final de la ayuda y empezar a agobiarte y asfixiarte.  La tercera, la de resignación, la de buscar consuelo pensando que la situación está muy pero que muy mal, pero que no puedes quejarte, que encima el sistema y esta gentuza te han convencido de que eres una privilegiada, y aunque te duela admitirlo, sabes que en el fondo y en la superficie lo eres.  Y  lo piensas, sobre todo, cuando de regreso a casa vas montada en tu bici, te paras y miras a tu alrededor, a tu barrio, a lo bonito que está todo gracias a la lluvia que no cesa desde hace un mes.  Y piensas en la suerte que tienes, a pesar de todos ellos,de todos los que se han empeñado en jodernos, en exprimirnos y en engañarnos.  De todos los que nos quitan de los servicios básicos para dárselo a los bancos.  De locos.


Ayer fue un día cualquiera, como tantos otros.  Hoy ha salido el sol, y todo está más bonito aún si cabe.  Imposible no sentirme una privilegiada.

PD: el día acabó disfrutando en el cine de LAS NIEVES DEL KILIMANJARO, de Robert Guediguian (o como se escriba).  Una fábula social que os recomiendo.

5 comentarios: