la necesidad de compartir peldaño

Hasta que no llegó ella a mi vida, en mis anteriores relaciones había alternado mi colocación en lo que pasaré a llamar la "escalera de la relación", es decir, me había sentido tanto en un peldaño inferior como en uno superior.

Llegó la mujerdemivida y pasados casi tres años puedo asegurar que seguimos en el mismo escalón, ahí las dos, sentadas, unas veces mirándonos a los ojos, otras dándonos la espalda, otras cogidas de la mano y otras mirando al infinito. Pero siempre en el mismo peldaño.

Hasta que no llegó ella a mi vida, en mis anteriores relaciones había pretendido ser a veces quien realmente no era, unas para enamorar, otras para claudicar, otras para qué se yo...

Llegó la mujerdemivida y pasados casi tres años puedo asegurar que seguimos siendo las mismas que entonces, que aquellos primeros dias en los que nos descubríamos por teléfono, por email o por breves y fugaces encuentros. Seguimos siendo las mismas que no necesitamos vendernos para enamorarnos, aquellas que confiaban en la naturalidad de los acontecimientos.

Ni la música, ni los vinos ni los quesos, ni los libros ni el buen sexo fueron exclusivos de aquellos primeros momentos. Hoy después de casi tres años siguen formando parte de esa naturalidad de los acontecimientos.